sábado, 7 de agosto de 2021

No más

 

Al día de hoy, si pudiera clavarme una estaca en el corazón lo haría, para ver si por fin dejo de sentir lo que siento, me deja de doler el corazón, y dejo tanta confusión atrás, dejo de llorar cada que me acuerdo de él, cada que pienso en él, porque por mucho que lo intente no puedo dejarlo de hacer.

Tal vez con eso deje tanta rabia de lado y por fin puedo seguir adelante y estar tranquila, porque ya no sé si ser feliz pueda ser posible, por el momento me conformo con estar tranquila y no sentir nada, no tener ningún tipo de sentimiento atravesado en el pecho.

No sentir nada por nadie, no querer a nadie y lo mejor, no llorar ya más por nadie. No me importa si me convierto en alguien frío, sin emociones e incluso sin corazón, porque hasta el día de hoy, tenerlo solo me ha servido para estar en este mundo, donde yo no pedí estar.

miércoles, 9 de diciembre de 2020

Un corazón


Un corazón que guarda la esperanzas.
Un corazón que aún ama.
Un corazón que llora cada día, porque su amor se ha marchado.
Un corazón que extraña.
Un corazón que espera impaciente a que todo vuelva a ser como antes.
Un corazón que busca fuerzas de donde no las hay, para seguir adelante.
Un corazón tonto que aún espera, cuando ya debería estar asimilando la realidad, e ir aceptando que su amor no volverá.
Un corazón que no olvida.

viernes, 20 de noviembre de 2020

Cuando un amor se va

Cuando un amor se va, llega la desesperación, porque el cariño vuela de la nada y no hay nada que logre consolar el alma ni dolor que habita en el corazón que queda por la ausencia de un gran amor. Lo único de lo que dan ganas es llorar, llorar y seguir llorando, hasta que los ojos pesan y arden para terminar quedándose dormido.

Cuando un amor se va, sientes un vacío muy profundo que se cree que nada, ni nadie lo llenará, se siente una soledad única que nadie entenderá, porque no son tú, no saben que lo estás sintiendo, ni lo que quisiste a esa persona. Es inevitable no llorar de la nada o quedarse mirando lejos, tratando de encontrar una respuesta o una solución.

Cuando un amor se va, es inevitable no pensar en los miles de momentos que se pasaron juntos, no extrañar cada abrazo, beso, caricia, risas o cualquier muestra de cariño o momento vivido, por más insignificante que hubiera sido. Y todo eso duele, más cuando se quiso de verdad, cuando se apostó todo por esa persona y cuando esa persona era tu otra mitad.

Cuando un amor se va, las personas solo te dirán “vas a salir de esta”, “ya encontraras a alguien mejor”, “enfócate en avanzar”, “debes aprender a soltar e intentar avanzar”, “ni tu vida ni tu felicidad depende de esa persona”, “debes aceptarlo y afrontarlo”. Todo es fácil decirlo, pero todo es un proceso, donde a unos les toma más tiempo que a otros, sobre todo si a esa persona aún se le quiere y hace falta.

Cuando un amor se va, es cuando más preguntas se hace uno, cuando más “¿por qué?” se asoman sin una respuesta, cuando más coraje te da, porque pasan los días, semanas y meses y la persona que se fue no da ni el más mínimo signo de que tu importas. Y te preguntas “¿acaso nunca fui importante?”, esa persona se fue, pero es duro aceptarlo y más cuando aún lo quieres y duele demasiado, porque su ausencia e indiferencia te torturan cada día, te cuestionas todo lo que se vivió. Si todo fue real, pero se fue sin impórtale qué y cómo te sientes, porque al final todos somos egoístas y solo pensamos en sí mismos y no en el otro.

Cuando un amor se va, tratas de seguir como si nada, trabajar, enfocarte y distraerte en algo, pero de un momento a otro el recuerdo y la ausencia de esa persona regresan de la nada, y por más que quieras sacarlo de ti y olvidar para poder sanar poco a poco sabes que “un amor así no se olvida”. Pero en el fondo, se espera que ese día en que ya no duela llegue,  y ese día,  poder seguir adelante.

martes, 19 de junio de 2018

Tocar Fondo


Hay momentos en la vida en los que me pregunto, ¿Por qué seré una persona tan sensible? ¿Por qué seré una persona que se encariña tanto con otras? ¿Por qué seré una persona que confía tanto en otros? ¿Por qué seré una persona que, a pesar de que le dicen que se vaya, lo sigue intentando?  
Un día llega alguien a tu vida que, con sus acciones más que con palabras, te cambia "el chip" de "no me quiero enamorar", que poco a poco se gana tu confianza, tu cariño, y un día sin más, se va. Pero  tus sentimientos nunca paran, te haces la fuerte, la que  no te importa  nada, tomas pastillas para la depresión, las dejas cuando estás medio bien, intentas seguir tu vida, pero todos te fastidian, incluso algunos amigos. De suerte, y gracias a la vida, tienes uno que te entiende, porque  los otros solo saben decir frases de cajón como "el tiempo  lo cura todo". Pero tú no quieres tiempo, esas frases lastimeras la verdad están mandadas a recoger. Prefieres que no te digan nada. 
Pero eso no alcanza, sigues sintiendo cosas por esa persona, sigues desvelándote cada noche pensando en todo lo que pudo ser y no  fue, y no será. Intentas conocer a otras personas, pero ninguna te llena, sólo te causan fastidio. 
Un día  sin más, le escribes a esa persona, un día cualquiera ella te dice "vamos a intentarlo, pondré de mi parte". Y tú, aunque tienes miedo, lo intentas también, porque quieres a esa persona. 
Pero la verdad es que esa persona no va a intentarlo. En poco tiempo vuelve y se va, con la frialdad más grande del mundo, como si tú fueras insignificante, poca cosa y tus  sentimientos  valieran verga. Simplemente te dice "sigue tú por tú lado  y yo por el mío" "Sí. Ya. No más". Te bloqueó de todas las redes sociales  y se va. ¿Cobarde? Dime tú. 
Y otra  vez, vuelves  a tu depresión, a llorar, son automáticas las lágrimas... decepcionado porque en el fondo de  tu corazón le creíste, porque quieres a esa persona con todo tu corazón, y querías mantener esa pequeña luz de esperanza. Pero más falso no pudo ser.
Otra vez  vuelves al hueco de la soledad, tristeza, donde te das cuenta de que, hagas lo que hagas, digas lo que  digas, nada funciona, nada sirve, nada complace. 
Y te das cuenta que es mejor  vivir  en ese hueco, que salir a tocar el cielo  y volver a él.


sábado, 2 de abril de 2016

Una mirada y una sonrisa


Era diciembre, faltaba poco para ser navidad; para mi hermana Arissa y para mí era un día como cualquier otro, menos para  mi hermano Enzo, quien con síes  años era obvio que se emocionara por la idea de tener un juguete nuevo ese día.
Nuestros padres se mudaron solos a la capital, donde trabajan para mantenernos a los tres, y resultaba más económico y menos peligroso quedarnos solos donde vivíamos actualmente. Ellos pasaban tan ocupados en sus trabajos que en los últimos tres años no pasaron Navidad, ni año nuevo con nosotros, sólo los veíamos dos o tres veces por año.
Para nosotros era complicado, estábamos acostumbrados a vivir  y estar casi todo el día con ellos, y era aún más difícil para Enzo, pues su única figura materna éramos nosotras, en especial mi hermana Arissa. Pero era una situación que debíamos comprender y asimilar sin protestar.
Arissa era la única que tenía un trabajo de medio tiempo,  yo por otro lado me quedaba en casa cuidando de Enzo. Me hubiera gustado ayudarla y trabajar igual que ella, pero no teníamos con quién dejar al niño.
Con el dinero que se ganaba mi hermana suplíamos algunos gastos o emergencias, que esta navidad sería el regalo de navidad de Enzo, ya que faltando dos días para navidad nuestros padres no habían enviado alguno y no queríamos ver nuestro hermanito deprimido mientras  veía a los demás niños jugando con sus juguetes nuevos.
Siendo las siete de la noche, mientras veíamos la televisión, nuestros padres llamaron para informarnos que en unas horas llegaría él hijo de un amigo de ellos a vivir con nosotros y de paso el traería el  regalo de Enzo. Arissa  y yo nos enojamos al saber que compartiríamos el pequeño apartamento, con un solo cuarto, con un perfecto desconocido.
Mandamos a Enzo a dormir con la excusa de que, si no se iba a dormir ya, no recibiría ningún regalo, que para su suerte este año iba a recibir dos.  Arissa se fue con él  al cuarto a esperar que se durmiera, mientras tanto yo me quedé en la sala esperando que nuestro nuevo compañero llegara.
Siendo casi las  nueve de la noche tocan a la puerta, e inmediatamente fui abrir.
-       ¿Tú eres Arissa? -  preguntó inmediatamente al yo abrir la puerta
-       No, yo soy Zenda… ¿Y tú  eres?
-       Yo soy Elián. Tus padres me dijeron que podía quedarme aquí con ustedes.
Estaba enojada, me dieron ganas de decirle un montón de cosas, pero después de todo él no tenía la culpa de la forma en la que vivíamos. Le dije que entrara y llamé Arissa.


Cuando ella salió y se acercó a Elián para saludarlo, este se puso de pie y le extendió la mano, mi hermana la acepto y se quedaron mirando como bobos. Lo que faltaba, Arissa se enamoró, pero… ¿Cómo no se iba a enamorar?, si le gustaban todos los niños lindos que veía y Elián a simple vista llamaba la atención.
-       Debes tener hambre, iremos a prepárate algo de comer. Arissa, ven conmigo -  dije. Tenía que separarlos, si no, se quedaban toda la noche ahí viéndose las caras. - ¿No me  digas que te enamoraste a primera vista?
-       ¿Y cómo no enamorarme?, ¿es que no lo viste, Zenda?
-       ¿Ver qué cosa? - repliqué
-       Su dulce mirada y su sonrisa angelical – dijo súper emocionada
-       ¿En serio? – pregunté un tanto indignada. No lo podía creer, antes de que llagara lo odiaba y ahora lo “ama” – Yo lo único que vi fue, un chico de cabello negro, pálido, alto, ojos claros…
-       Cállate Zenda, deja así - dijo Arissa para concluir.
Entra las dos preparamos comida para los tres pues sólo Enzo había cenado hasta ahora. Cuando terminamos  la llevamos hasta la mesa y Arissa nerviosa lo invitó a que se sentara con nosotras, y él sonriendo aceptó.
-       Dinos Elián, ¿Por qué decidiste venir a vivir aquí a esta ciudad? -  preguntó mi hermana, quien era muy curiosa y más cuando alguien le interesaba. Pero Elián  sólo bajó la cabeza y se demoró para responder.
-       Mi… padre…
-       ¿Qué con él?, ¿Te echó de la casa?, ¿se volvió a casar? – las preguntas de Arissa no paraban.
-       No… él murió hace un mes – contestó Elián.

Al escuchar eso yo solo me llevé las manos a la cara, mientras Arissa quedó en shock y pálida por lo imprudencia y la pena que tenía con Elián

-  Después de su muerte yo no podía hacerme cargo de su negocio, apenas tengo diecisiete años y no tengo la experiencia para hacerlo, por lo que sus padres decidieron ayudarme administrándolo, y a cambio  me enviaron a cuidarlos a ustedes.
-       ¡¿Y cómo nos va a cuidar un chico que tiene mi edad y es tres años menor que Arissa?! – contesté enérgicamente. Sabía que no era hora de quejarme, pero lo tenía que decir.
-       Zenda no seas mala con él, además si lo ves de esta manera, él sería como nuestro regalo de navidad. – dijo Arissa, comentario que hizo que Elián sonriera y me di cuenta de que su sonrisa si era linda. – Elián como podrás ver  el apartamento no es muy grande y sólo tiene un cuarto
-       Que duerma en la sala – dije. Era lo más lógico, bueno eso pensé yo
-       No, ¿cómo crees?. Él puede dormir con Enzo y tú yo juntas – dijo Arissa. No podía creer lo que había escuchado, mi hermana se volvió loca, ¿Cómo íbamos a dormir con un desconocido en el mismo cuarto?

Y así se hizo esa noche, los cuatro dormimos en el mismo cuarto. Yo estaba acostumbrada a dormir a la orilla de la cama, pero Arissa me quitó mi lugar para poder  quedar cara a cara con Elián, quien también dormía a la orilla de la cama de Enzo. Las noches siguientes me di cuenta que ambos se tomaban de la mano mientras dormían, al parecer a él también le gustaba mi hermana.
Pasaron los días y ya era hora de regresar a la escuela, Elián y yo estábamos en la misma clase, mi hermana sólo nos acompañaba para llevar a Enzo a su clase, y luego se iba a la universidad y después a su trabajo de medio tiempo.
En los primeros días de clase Elián estaba algo nervioso y me di cuenta de que es algo tímido. Como no conocía a nadie se sentó a mi lado y además me seguía casi a todos lados, además era algo popular  entre mis compañeras, todas lo miraban con cara de bobas. Era algo estúpido, ya tenía suficiente en casa con  Arissa.
Cuando salimos de clase le dije a Elián que me esperara en la entrada mientras yo iba a buscar a Enzo. Para mi mala suerte, me encontré con un compañero que me había confesado sus sentimientos, pero como yo no sentía nada por él, lo rechace. Pero nunca se dio por vencido y de vez en cuando se cruzaba en mi camino.
-       ¿Y ahora qué quieres? – le dije despectivamente.
-       Dame un abrazo – dijo mientras extendía los brazos
-       ¡Muévete, tengo cosas que hacer!, ¡No estorbes! – le contesté y lo empujé. Traté de seguir mi camino, pero me tomó del brazo y me llevó a un callejón.
-       ¿Por qué siempre eres así de grosera?, ¿No te das cuenta de que te quiero? – dijo sobresaltado, cosa que hizo que ahora sí me asustara
-       Suéltame, ¡¿Te volviste loco?! - le dije.
-       Tal vez… -  susurró.
Poco a poco se fue acercando a mí, con intensión de besarme, hasta que Elián lo tomó de la parte de atrás de la camisa y lo tiró al piso. Sin decir una palabra me tomó de la mano y juntos fuimos a buscar a mi hermano.
Con Elián en casa era más fácil para mí cuidar a Enzo, porque así podía preparar la comida sin preocuparme si mi hermano salió de la casa o estaba haciendo cualquier cosa para hacerme enojar como acostumbraba.
-       Por favor no le digas nada a mi hermana de lo que pasó hoy – le dije, pues no quería preocuparla más.
-       Está bien, pero debes tener más cuidado – dijo tomando mi mano de nuevo, pero esta vez sí me puse nerviosa. Inmediatamente sintió que estaban abriendo la puerta por lo que apartó la mano.

Arissa llegó y se acercó a la mesa donde abrazó a Elián por detrás y acarició su cabello. Él sólo sonrió, pero no fue la misma sonrisa con la que la que la miró la primera vez que se vieron.
Además esa noche fui la última en irme a dormir y esta vez noté que no estaban tomados de la mano como muchas noches anteriores. Y así fueron muchas noches más.
Para la clase de ciencias de Enzo nos tocaba pensar en una especie de proyecto. Elián sugirió ir por unas luciérnagas y meterlas en un frasco, pero como no le encontré sentido deje que ellos dos fuera a buscarlas.
Para mi sorpresa, Enzo sacó buena nota,  lo que hizo que el niño me echara en cara el hecho de que Elián sí se preocupaba por él y sus tareas. Afortunadamente se quedó dormido junto a Elián y pude salir a comprar algunas cosas para la cena.
Cuando salí de la tienda, Elián me estaba esperando. Me sorprendió verlo ahí ya que  se supone que debería estar cuidando a mi hermano. Él tomo la bolsa, y en vez de tomar mi mano, con su meñique tomo el mío. Yo sólo le sonreí y caminamos hasta la casa.
En el camino nos cruzamos con unas chicas, y él se las quedó mirando. A mí me molestó y lo jalé para que se diera cuenta de que eso no me gustó. Cuando llegamos a casa me soltó, supuse que Arissa ya estaba en casa.
Esa noche el brillo de las luciérnagas no nos dejaba dormir, por lo que empujé a mi hermana para que las sacara del cuarto, pero Enzo protestó, no quería liberarlas, así que ambos salieron del cuarto a discutir la situación.
Elián aún seguía despierto y aproveché para pasarme a su cama, sólo nos mirábamos. Yo tomé su mano y la puse sobre mi cabeza para que la acariciara y así poder dormirme más rápido.
Cerré los ojos, él me  besó pero no me sorprendió, en el fondo era algo que quería que pasara… No me acuerdo de nada más sobre esa noche, sólo sé que dormimos en la misma cama, porque cuando desperté aún seguía a su lado… Arissa me iba a matar.
Cuando íbamos para el colegio, no sé qué me pasaba. Ahora la boba era yo, no era capaz de mirar a Elián a la cara, por lo del beso. Mi hermana se despidió antes de entrar al edificio y se fue a llevar a  Enzo al salón. Elián me tomó de la mano y me llevo debajo del árbol que estaba diagonal a la entrada. Pensé que me diría algo, yo sólo lo miraba tratando de que no se notara que tenía pena, pero no dijo nada, sólo me volvió a besar. Pero esta vez fue un beso más largo y yo correspondí, sin importar que mi hermana nos viera.
Entramos hasta el salón de  clase tomados de la mano, todos nos quedaron mirando, y hacían comentarios entre ellos, lo que hacía que me diera mas pena. En medio de la clase Elián me dio un papel, que sin que el profesor se diera cuenta lo intente leer, pero el sí se dio cuenta y me lo quitó y lo leyó frente  a toda la clase
¿Zenda quieres ser mi novia?”. Abrí los ojos de par en par y me tapé la cara con las manos mientas los demás se reían y Elián sólo bajó la cabeza.
-       Señorita Zenda ¿qué respuesta le dará al joven Elián?, a ver si así continuamos la clase – dijo fríamente el profesor. No podía creer  lo que nos estaba haciendo el profesor  - ¡Rápido que no tengo todo el tiempo del mundo!
Respiré profundo, ¿qué más podía hacer?. Miré a Elián y le dije que sí quería ser su novia. Lo que no esperaba era que todos y hasta el profesor aplaudieran.
Ahora sólo teníamos un problema, contarle a mi hermana. Era lo que me preocupaba más.
Justo ese día Arissa llegó a casa más temprano. Mi corazón se quería salir del pecho; por un lado estaba feliz por estar con Elián, pero por otro lado me sentía como una traidora.  Solo esperamos a que se sentara, teníamos en contárselo lo más rápido posible, Elián tomó mi mano y mi hermana sólo frunció el ceño.
-       Arissa, yo… - titubeó Elián. Al parecer también estaba nervioso – quería que supieras que me gusta Zenda y hoy mismo le pedí que fuera mi novia.
-       ¡¿Qué?!, ¿pero y nosotros? – dijo sin comprender bien lo que pasaba
-       Arissa entre tú y yo nunca paso nada - contestó Elián un tanto apenado.
-       Pero nos gustábamos, ¿no? - dijo mi hermana mirándolo con cierta tristeza.
-       Sí me llamabas la atención, pero la que siempre me gustó fue tu hermana. Lo siento - se disculpó Elián bajando la mirada.
-       Y tú, Zenda, ¿desde cuándo te gusta Elián?, porque cuando llegó para ti era un chico como cualquier otro. – dijo mientras me fulminaba con la mirada. Fue lo más estúpido que dijo.
-       Sí, pero a diferencia tuya, no sólo le veo lo atractivo a un chico. - le respondí. 
-       Ah, ok. Como tú digas -  exclamó. Tomó su bolso y se metió al cuarto.

Me sentía como la hermana más mala del mundo. Inmediatamente me puse a llorar, no sabía qué hacer, no quería que Arissa me odiara, pero tampoco quería hacer a Elián a un lado. Arissa no duró mucho tiempo encerrada, salió y nos miró como si nos fuera a matar, se acercó a mí y me tomo del brazo haciendo que me pusiera de pie, intento pegarme en la cara, pero Elián la detuvo.
-       ¿Ari, por qué le vas  a pegar a Zenda?, ¿se portó mal? – preguntó Enzo saliendo del cuarto, e inéditamente Arissa se alejó de mí.
Los tres nos quedamos mirando al niño, en cierta forma la situación era algo patética. ¿Cómo explicarle eso a un niño de seis años?



Arissa no le iba a responder, prefirió salir de la casa. Yo la seguí mientras que Elián trataba de explicarle a Enzo lo que pasaba.
-       Perdón – dije cuando la alcancé – yo nunca planeé esto, sólo pasó.
-       ¿Desde cuándo te gusta? – preguntó más tranquila
-       No sé, desde que dejaron  de dormir tomados de la mano – dije mientras la  miré a los ojos, aunque me sentía mal.
-       Así que tú eras la razón de su cambio… ¿sabes? lo que en si me duele es  que no me lo contaste antes, pensé que nos decíamos todo - dijo Arissa con tristeza. 
-       No es que no confiara en ti, sólo que desde  hace poco me di realmente cuenta de que él me gusta. Yo antes no estaba segura, por eso nunca te dije nada - le expliqué pausadamente.
-       Vete para la casa - me ordenó Arissa.
Regresé a casa. Enzo ya sabía que  Elián y yo éramos novios y estaba tranquilo. Nos fuimos a dormir, pero Arissa no regresó a casa esa noche.

-       Bien, ya lo pensé mejor, y Elián tiene razón, lo nuestro fue un simple gusto, nada más. – dijo más tranquila – pero si van hacer novios, tienen que respetar esta casa, ya que hay un niño de seis años.
-       Por eso puedes estar tranquila, cuidaremos de Enzo como siempre lo hemos hecho. – respondió  Elián
-       Y dormiremos como siempre, Elián con Enzo y Zenda conmigo, ¿entendido?
-       Si – respondimos al tiempo.

De ahí en adelante todo transcurrió normal, lo único diferente era que ahora estaba con Elián, y eso me hacía más feliz, era un amor que antes no había experimentado y en mi corazón quería que fuera para siempre.